Mostrando entradas con la etiqueta Paciencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Paciencia. Mostrar todas las entradas

martes, 6 de mayo de 2014

Segundo Embarazo: Similitudes Y Diferencias

Cuando llegas al segundo embarazo es inevitable comparar, da igual el tiempo que haya pasado entre uno y otro, tu mente vuelve atrás irremediablemente. Hoy he querido plasmar algunas de esas similitudes y diferencias entre ambos, al menos la que he vivido por ahora;

Me recuerdo mas soñadora en mi primer embarazo, mi mente no paraba de dar vueltas a cómo sería el bebé, a cómo sería todo una vez diera a luz, a las cosas que haríamos. Hoy poco queda a la imaginación y a la suposición o mas bien tenemos los pies mas en la tierra. Te sigues preguntando cómo será tu bebé pero anticiparte a lo que vas a hacer una vez nazca es una quimera y cuenta siempre con el hecho de que rara vez se repetirán las situaciones que se dieron con tu primer hijo.

En mi caso, siendo el segundo hijo también varón y naciendo previsiblemente en la misma época del año, en lo que se refiere a las compras he de decir que muy pocas. Ya lo tienes todo o casi todo así que todo ese tiempo que dedicamos a hacer compras en el primer embarazo esta vez nos lo ahorramos. No así el tiempo que tenemos que dedicar a reorganizar y preparar la casa para el nuevo miembro.

¿Consejos?, gracias, serán bien recibidos pero ya no te sentirás tan insegura. Esa experiencia vivida nos da una tranquilidad envidiable. Posiblemente y con toda seguridad el nuevo bebé te traerá nuevas y distintas situaciones y preocupaciones, pero ya cuentas con mucho rodaje y paciencia. Sabes a quien acudir cuando necesitas consejo y, sobretodo, sabes qué consejos tomar y cuales dejar pasar.

Te seguirás preguntando como será, a quien se parecerá y cómo encajará en la familia el nuevo bebé. Si lo querrás tanto como quieres a tu primer hijo, si hay hueco en el corazón para un amor tan inmenso. Esto te llevará al siguiente punto, a tu gran preocupación durante el segundo embarazo;

La gran preocupación, la que te quita el sueño y ocupa el primer lugar de tus inquietudes junto con tu preocupación porque el nuevo bebé venga sanito, es la de tratar de hacer la llegada del pequeñín lo mas placentera y natural posible para tu primogénito. Lo adoras y no quieres que sufra por nada del mundo.

Dispones de menos tiempo y tu otro hijo te mantiene muy ocupada. 
Te preguntas si tendrás tiempo para todos, ya no para ti sino para los demás miembros de tu familia. Posiblemente lo tengas, sobretodo para los demás puesto que solemos dejarnos a nosotras mismas para el último lugar.

La preocupación y la incertidumbre son cuestiones que se repiten en los embarazos y no es de extrañar, pues son parte inherente de ser madre. ¿Cual ha sido o está siento tu experiencia?.

lunes, 24 de septiembre de 2012

El Reto


La superación es un valor, es el valor que motiva a una persona a perfeccionarse a sí misma en los más diversos ámbitos. ¿Nacemos todos con ese valor, con ese espíritu?. Yo diría que si, en mayor o en menor medida pero si. 

La maternidad te hace plantearte cosas en las que a lo mejor hasta ahora no habías reparado o en las que simplemente no se te había ocurrido profundizar. Y es que son tantas las cuestiones a tratar. Tantos nuestros propios progresos como padres.

Cada niño nace con sus propias peculiaridades y el mío es muy "seguro", le gusta dominar su entorno, especialmente si le es muy extraño. El mar, con toda su inmensidad y con todo su oleaje era una de sus asignaturas pendientes. Lo de la piscina lo superó ya hace unos meses, A Su Tiempo.

Huelga decir que siempre le hemos concedido su espacio y su tiempo. Siempre hemos esperado, con  mayor o menor ansiedad, a que estuviese preparado. Él va marcando sus propios tiempos y nosotros nos limitamos a proporcionarle las oportunidades, todas las que sean necesarias, para que se lance a por su reto. También tratamos de hacerle ver el reto de diferentes perspectivas. El conocimiento hace perder el miedo y las perspectivas tienden a trivializar el reto hasta el punto de acabar viéndolo con normalidad y no como algo inalcanzable.

Como siempre, nos ha sorprendido. Un día cualquiera, de tantos que vamos a la playa el peque se muestra impaciente por ir a bañarse nada mas llegar. Me levanto, me toma de la mano y vamos juntos hacia la orilla esperando yo en cualquier momento que se detenga y regrese sobre sus pasos. Pero eso no ocurre, en sus ojos hay un brillo de valentía, de probarse a sí mismo porque quizás ya es el momento, quizás ya esté preparado.

Las olas nos alcanzan y acarician nuestros pies y el niño se emociona porque dejar que ocurra eso es más de lo que había permitido hasta ahora,  mucho mas. Avanzamos un poco mas y a cada paso su euforia se hace mas evidente. Su risa, sus carcajadas y sus brinquitos. Tan consciente era de la importancia de su logro.

La superación requiere de un proceso, requiere de unos pequeños primeros pasos, primero poco a poco y luego se dan grandes saltos. Para dar estos pasos gigantes necesitas apoyo y necesitas confianza, confianza en ti mismo y confianza en los que te rodean. Confianza y seguridad. La seguridad de sentirte dueño de tu cuerpo, de tu mente y de tus sentimientos. El creer y el saber que todo lo puedes, pasito a pasito...


¡Reto Superado!

lunes, 14 de mayo de 2012

A Su Tiempo



Hoy, domingo 13 de Mayo del 2012, ha sido un gran día, uno de esos días de grandes logros y en los que se dejan algunos temores y lastres atrás. 

Una de mis grandes ilusiones siempre fue que mi hijo fuera un buen nadador. La natación siempre ha sido un deporte muy completo y por eso pasé gran parte de mi embarazo visitando la piscina, por eso y porque desde siempre me ha gustado mucho. Quería transmitirle al peque, aún antes de que naciera, todas esas magníficas sensaciones que a mí me inspiran mientras nado y ser yo su conducto, a través de mí misma, de primera mano. Lo que nunca me imaginé fue que al peque lo de las grandes cantidades de agua no le iba a gustar mucho de entrada. Tras un mes de intentos frustrados en la piscina cuando cumplió su primer añito, decidimos no obligarlo y esperar a que llegara su momento, ése en el que estuviera preparado.

Para mí, como madre, fue toda una enseñanza y un gran ejercicio de paciencia, pues algo que me hacía mucha ilusión y que estaba y estoy convencida de que le haría mucho bien, no podía ser efectuado. A veces son tantas las ganas que tenemos los adultos por inculcar algo, que tendemos a olvidarnos de lo que los niños quieren o pueden hacer en ese momento. Afortunadamente decidimos esperar, sin presiones, sin agobios, a su tiempo.

Ese día llegó hoy, a una semana de cumplir los 22 meses. Nada parecía decir que iba a ser un día distinto a los demás, quizás sí que había mas expectativas por nuestra parte al ser el primer día que lo llevábamos a la piscina tras varios meses. Por lo visto, para el peque era una cruzada que tenía pendiente, tenía prisa por llegar. Se dejó desvestir y hasta ayudó a hacerlo, me cogió de la mano y me dijo: "Vamos". Yo iba despacio pensando que en cualquier momento se echaría para atrás, pero no fue así. Llegamos al borde de la piscina y, sin más, bajó conmigo de la mano, luego me soltó y quiso ir al tobogán de niños que allí había, subió los escalones, se sentó y simplemente se tiró dejando atrás ese temor que lo acosaba desde hacía meses. ¿Será posible que recordara mis enseñanzas de otro tobogán hace tan solo tres meses?.

Nuestro hijo nació con una hernia umbilical, algunas desaparecen solas con el paso del tiempo y otras necesitan ser operadas. Hoy, a una semana de cumplir los 22 meses, la del peque desapareció. Quiero pensar que ambos sucesos tienen conexión, que se ha cerrado lo que anclaba al niño al preciso momento en que nació. Una salida al mundo algo complicada con dos vueltas del cordón umbilical alrededor de su cuello. Hoy se cerró su cicatriz y se lanzó a vivir sin lastres.

martes, 31 de enero de 2012

¡Mamá, Descansa!



En cuanto me desperté ayer por la mañana, lo supe. Notaba todo mi cuerpo pesado, me sentía agotada y mi garganta me dolía horrores. Todavía no me había levantado y mi cabeza estaba abotargada, y no precisamente por el sueño reparador. Me estaba enfermando o mas bien, ya lo estaba.

En medio de todo eso no dejaba de pensar que no podía permitirme enfermarme. Tengo un montón de cosas que hacer y el peque está incluido en todas ellas. En todas. Y además, nunca se me ha dado bien delegar, así que comprenderán mi preocupación.
Y es que adoramos a nuestros pequeñines pero a veces acabamos exhaustas. Y no me cansaré nunca de decir que especialmente cuando estamos enfermas o cansadas nuestra paciencia suele tener límites muy cercanos. 

Ayer, la abuela, se llevó al peque para que yo pudiera recuperarme y cuando papá llegó a casa se encargó de todo lo demás. Todas mis preocupaciones pasaron a un segundo plano, y mi cuerpo tuvo ese descanso necesario para poder reponerme. Mi mente no descansa tan fácilmente, pues esa vuela incluso mientras duermo. El caso es que la "facilidad" con la que ayer se arregló todo me ha dado mucho en qué pensar.

He pensado en la suerte que tengo por tener a mi familia y poder confiarles a ellos mi vida, como ayer, y he pensado en que no todo el mundo tiene esa suerte. Ya sea por no tener a la familia cerca (o simplemente por no tener familia a la que recurrir) o porque no todas tenemos una pareja dispuesta a decirte, simplemente; ¡Mamá, Descansa!

Tras haber leído muchos de los comentarios de mi entrada "¡Papá, Despierta!" y por muchas conversaciones con otras mamás, se firmemente que hay muchas mujeres que no tienen esa opción. En mi caso, a pesar de que papá sea un "dormilón" al que le cueste a veces regresar del mundo de los sueños, lo cierto es que también tengo que agradecerle que mi hijo haya heredado esa genética. Hasta el punto de que muchas veces visto al peque por las mañanas, de arriba abajo, completito, pañal incluido, y él ni se entera.


Pero, volviendo al tema, ¿a qué mujer o madre no le gustaría que su marido le dijera: "Tú descansa que ya me encargo yo de todo", por pura iniciativa propia?. Cuando no descansas tu cuerpo se va saturando hasta que un día, irremediablemente, caes. Y por supuesto que las cosas tendrán que hacerse y que tampoco somos imprescindibles pero sinceramente ¿hace falta llegar a esos límites?. A veces podemos acudir al recurso de desistir pero en ese caso simplemente estamos aplazando las obligaciones para después. 

¿Cual es tu caso? ¿Cuántas veces te han dicho: "Descansa, que ya me encargo yo de todo"?

martes, 29 de noviembre de 2011

Principio Y Fin De La Primera Pataleta


Por lo que se, mi peque debe estar ya rondando la edad en la que los niños empiezan con sus rabietas. Normalmente no va mas allá de un llanto rápido y se calma cuando se le desvía la atención a otra cosa o cuando simplemente se da cuenta de que no va a conseguir nada con esa actitud, que suele ser pronto, dicho sea de paso. Creo que en este último caso utiliza su medidor de cuán en serio pueden estar hablando papá y mamá, y suele ser exacto, aunque a veces intente tensar un poco las cuerdas para ver qué sucede.

Pues bien, hace unos días nos encontrábamos mi peque y yo en el lugar de los hechos, es decir, en la cocina. Yo no recuerdo qué estaba haciendo, sólo se que estaba ocupada con algo que no podía dejar y ahí estaba el peque queriendo llevarme a otro sitio para jugar o para que le alcanzara algo. El caso es que, concentrada en lo que estaba haciendo, le trataba de explicar que tuviera un poquito de paciencia que enseguida iba. Y hete aquí que el peque berrea un poco, hasta ahora nada nuevo, pero luego se decide a dar un paso más en su carrera infantil y veo que se tira de rodillas y comienza a agitar los brazos. Yo, en mi asombro y saliendo de la concentración en que estaba lo miré perpleja (reconozco que me pilló totalmente desprevenida) y le dije:" ¡¿Pero qué estás haciendo ahí tirado?! ¿Qué haces? ¿De dónde ha salido eso?". Nunca olvidaré el silencio que vino después.

De verdad, si los niños pueden sentir vergüenza propia les digo que él la sintió, porque durante ese silencio le cambió el semblante y me miró durante unos segundos, que por cierto a mí me parecieron eternos. En esos momentos, alguien estaba tomando una decisión seria, y no era yo. Acto seguido, se levantó con toda la dignidad que pudo reunir y se marchó con su cabeza bien alta a la sala como si no hubiera pasado nada. Yo lo seguí estupefacta con la mirada mientras él retomaba sus juguetes y se ponía a jugar con ellos.

Desde entonces, les puedo asegurar que no ha vuelto a tirarse al suelo para reclamar algo. Quizás vuelva a intentarlo mas adelante pero por ahora el mar está en calma. Crucemos los dedos...
Conclusión: "Principio Y Fin De La Primera Pataleta".